Bien eres venido

Blog hecho de y para gente pretenciosa.


Monday 26 August 2013

Archaeopteryx

-¿Por qué te hiciste esos hoyos en las orejas?
- Se llaman expansiones. Me las hice en cuarto semestre de la preparatoria en clase de química porque me sentía muy normal.
- ¿Y crees que ahora eres diferente? ¿No te dolió?
- Al principio sí, fui criado en una familia (en extensión, sociedad) conservadora, del siglo xx, racista, elitista, xenófoba y malinchista, prejuiciosa, dictatorial. Me dolió hasta el alma.
- ¿Sabes que ya no estás en tu pueblo? Aquí eres uno más con extensiones en las orejas.
- Se llaman expansiones. Me dolió hasta el alma, porque sabía que ya no había vuelta atrás, ya no podría ser ni abogado ni doctor ni ninguna profesión que requiriera de una presentación impecable, sabía que se me dificultaría conseguir trabajo, sabía que la gente me vería feo, más de lo que soy físicamente.
-¿Entonces por qué lo haces, desde entonces no has conocido mucha gente que también tiene esas expansiones?
- Ya no sé ni porque estoy simulando esta conversación.
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¿ Y uno tiene que ser aceptado para ser feliz? ¿No es la gracia interna que habita en cada uno lo que le da un sentido a la vida? ¿No es ese intelectualismo hermitaño el que le da un motor a todas esas personas que pasan lo mismo que yo?
No.
Te quiero, probablemente te amo.
Cuando recién me empezaste gustar sentí todo lo que normalmente se siente al inicio de esa cosa que todo el mundo siente normalmente, cuando recién me empezaste a gustar, yo sentía todas esas cosas que con facilidad los pobres y los ricos sienten, cuando me empezaste a gustar empecé a involucrarme como usualmente lo hacen los demás, porque todos sentimos lo mismo, cuando recién empieza a gustarnos alguien, todo normal...
El ciclo anterior ridículo fue un intento de hacerme creer que todos sentimos lo mismo, ergo todos sufrimos lo mismo.
Pero yo no veo a nadie retorcerse ni que le salga espuma amarilla de los ojos al ver que no te importo.
No veo a nadie sufrir. Aventarse de mil precipicios para encontrarte. Buscarte en todas tus clases y siempre levantarte con la esperanza de verte, tramar plan sobre plan para toparme contigo, elegir qué ropa y qué perfume exótico para que me voltees a ver, dejar de dormir y de comer y de soñar y de pensar y de hacer la tarea por estar pensando en qué estarías haciendo ahora en este instante en que escribo estas tonterías.
Si eso fuera cierto nada del arte existiría, ni canciones repitiendo lo mismo, ni películas, ni novelas recitando las mismas citas que citan todos cuando se enamoran.
En el momento preciso que sabía que estaba enamorado como una vaca se enamora de la piedra de sal que le ponen para mejorar su rendimiento, perfectamente supe que no iba a besarte nunca, pero aún así seguí metiéndome a esa espiral bellísima de oro y de piedra roja, me fui caminando por ese camino lleno de abalorios de amor y de promesas de eternidad, que al fin y al cabo eso es el amor; una droga que te apaga el memento mori.
Realmente sí soy uno más, siempre lo fui, pero lo que me consuela es que todos somos  un colectivo de unos más. 
Te veía salir de tu salón y esperaba que me vieras para irnos a desayunar.
No tengo nada que darte más que cosas, no tengo amor ni aire que darte.
Me paro frente a ti y ya no sé qué decir. El día en que te dije que estaba enamorado de ti lo dije como un pendejo y ahora nunca me volverás a hablar. Hecho número 1.
Hecho número 2: La magia de mi enamoramiento radica en que nunca te conocí realmente, siempre me mostraste lo mejor de ti y mis amigos y tus amigos me enseñaban sólo cosas maravillosas que de tu vida haces. ¿Por qué? Tal vez sea porque sólo cosas maravillosas de tu vida haces.
Después de unos meses conocí personas que no les agradabas. Ahí supe que tu perfección era un mito.
No lo era.
¿En realidad alguien ha sufrido porque le hago falta?
Tal vez sí. Pero no me importa.
Por eso entiendo que me detestes, no sólo porque soy lo opuesto a ti (o tal vez lo mismo que tú), sino porque cuando el otro quiere acceder al yo ocurre una reacción insólita de auto defensa, nadie quiere que el sujeto del conocimiento trascienda a su objeto de conocimiento. Excepto tal vez alguien enamorado.
 Lo has tenido todo en la vida, no tienes porque pasearte por los que nos hemos enamorado de ti, ni voltear a ver nuestros cadáveres ni oler nuestros lamentos de auxilio.
Hecho número 3: El ambiente era nocturno, la gloria como siempre se posaba y se encarnaba como Dios mismo poniéndose en este mundo olvidado. Yo estaba a tus pies y la tierra se me metía a los ojos y por eso lloraba, no porque sabía que el fin era inminente, sino porque ya no podía regresar el tiempo y evitar decirte lo que siento.
Yo te quisiera tener, poseerte para sacarte todos los secretos que tienes y que toda la gente feliz tiene.
Estoy enamorado de que tengas una sonrisa para todo. Las tribulaciones no te asustan porque no las conoces.
¿Eso dirían los sabios, es un asco porque en realidad esa persona no está viviendo en el mundo real?
Claro, porque nosotros los sabios vivimos en el mundo de la desgracia. Sabemos que hay gente muriendo de hambre, de enfermedad y de asesinato en este momento y no podemos vivir con eso.
Quisiera no saber eso para poder ser feliz como eres tú.
Hecho número 4:
Me gusta tu pelo, que cambia con la temporada y siempre está en su lugar correcto.
Me gusta la forma en que llegas imponiendo tus pies sobre cualquier lugar.
Hecho número 5: No tienes vicios.
Hecho número 6: Retomando esa vida intelectual de abstención a los placeres ingenuos y centrándose en magnificar el sentimiento de empatía hacia los que sufren por culpa del sistema económico y por culpa de la puta condición humana. Siento que sería mejor estar cegado para siempre y ser como tú, que sí te preocupas por la gente y por todo lo que hace mal en este mundo, pero en realidad no lo sufres sólo lo comprendes y haces algo por mejorarlo. Yo no, lo padezco como si fuera mío ya que sé que nada de lo que haga en esta vida ni en ninguna podrá cambiarlo.
Esa puta condición humana a la que estamos encadenados. Vivimos encadenados a la muerte y eso nos hace matar, mentir, robar y quemar todo por escapar de ese miedo bendito que nos hace éticamente humanos. Vivimos encadenados al amor y a cualquier sentimiento humano. ¿Por qué no somos como los demás animales que sólo se preocupan por comer y reproducirse?
Ni los pobres tienen entre su prioridad eso, por más jodido que se esté siempre tienen la esperanza de escapar de la muerte, de dar a su familia lo mejor y de encontrar el amor y conservarlo para siempre.
Eternidad. Esa es la palabra que hace que el mundo humano gire.
Hecho número 7:
Te podría llevar al mar, a la montaña y a la selva alta. Podría pasar la vida contando el número de parpadeos que das. Limpiarte el polvo invisible que cae a tu ser. Besarte hasta que no pueda respirar. Cuidarte de todos los peligros. Aprender cocinarte lo que más te guste y dártelo todos los días. Ser un barco para que puedas ir a la Antártida a buscar vida antigua. Matarme y fosilizarme para que encuentres mis restos, mis huesos petrificados, mi todo yo convertido en piedra, mi alma capturada en un estrato de lutita o quién sabe qué y de ten el nobel.
Yo me quiero dedicar a buscar la filogenia definitiva de los protozoarios, los dinosaurios y todas aquellas entidades biológicas que están en el limbo del árbol de la vida, como yo mismo ahora estoy buscando mi lugar.