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Tuesday 18 December 2012

Lastre.Tercer Movimiento.


Creemos realmente que Beethoven era la salsa del pueblo del siglo XVIII y que ahora el pueblo escucha mierda y que la música académica se ha alejado del pueblo y se concentra en los círculos de la intelectualidad, mientras que el perreo intenso y el minimal techno no son sino otra cosa que perversiones culturales producto del capitalismo y no son realmente música o arte o lo que sea.
 -En realidad el pueblo siempre ha estado alejado de la música de academia y en general del arte academicista, es ingenuo y soberbio pensar que nuestra sociedad hizo la dicotomía entre el arte especialmente diseñado para la gente y otro igualmente concebido para los cultos. Entonces, ¿cuál forma estética representa la cultura de una sociedad? ¿el arte ilustrado, complicado y elitista o el popular, sencillo y reciclable?- Dijose en voz alta al leer la introducción de las Investigaciones Estéticas del laureado filósofo Patroclo.
El maestro adoró su intervención ya que, en siendo una india bajada de monte y con apenas diez años estudiando español, María del Trigal ya te manejaba Garcilaso y Montemayor a la perfección. Su cuerpo había crecido tanto como su casa de Oaxaca pero menos que la escuela de la capital en la que se encontraba cursando (hábilmente disfrazada de hombre) filosofía y teología.
-Marío, por favor quédate un momento al finalizar la clase.-Con voz de demonio se le acercó hasta su asiento junto a la ventana que daba sombra mucha de jacarandas. 
-Sí profesor Uriarte.
Y la volvió a penetrar hasta que Séneca se le salió de los ojos. El mundo se le reveló por segunda vez, ya que la primera había sido con aquel Gobernador de su pueblo cuando en su alma pesaban menos los años y la felicidad era algo todavía natural y aborigen en ella. Ahí supo que a los hombres hay que darles todo, sin recatos ni reticencias, sin pudor y mucho menos sin escatimaciones menores. Así fue como llegó a la Universidad ya que el cuento de que era hombre lo creían sólo los eunucos y los platirrinos. Se le reveló que debía seguir religiosamente todas las instrucciones que le dieran, que se olvidara del amor del chiquillo ese y que se ocupara en conocer más acerca de las esponjas para abortar, los nuevos perfumes de la calle de Plateros directos de tierras lejanas y raras y extrañas para ella.
Un día se enteró de que el arte en las escuelas públicas era diferente, que los niños aprendían a rebelarse contra las cosas que a los pobres los hacen ser pobres y que en su incipiente intelectualicismo o ingenuidad, creían que era posible una lucha de clases en la que ganaran los miserables, dialécticamente a su favor. En la Sagrada Universidad enseñaban las formas y fondos que conservaba toda la cultura humana, a través de dos años de historia del arte, dos de filosofía, dos de teología y dos más de administración y negocios para saber cómo manejar las inmensas riquezas de los hacendados (los patrocinadores de las revoluciones burguesas del 48) que no eran más que sus padres.
Conoció al hijo de un cochero que a veces la llevaba a la escuela y a la iglesia, estudiaba y sabía leer y escribir teatro.
María del Trigal tenía veinte años cuando conoció a su nuevo padrino Don Eusebio Tomarra, que era el consejero del Presidente y claramente era el mejor partido que pudo obtener y sólo tenía que ser penetrada una vez al día y dos en fines de semana. Don Eusebio era de perfil austriaco pero hablaba perfectamente español y sólo a veces decía palabras que nadie entendía en el palacio, era tan guapo y fuerte y bello como los argonautas, los dionisios y todos los esteticismos masculinos conocidos. Ella seguía conservando el colorido oaxaqueño y el olor de fruta madura que su madre le había inculcado a tener. Todos los días se lavaba y se ungía como embalsamándose y metiéndose en la mortaja, que tendría la historia de oprobio y candor de su vida misma. Sus senos seguían siendo carnosos y sumisos ante las caricias de Don Eusebio y por supuesto; del Presidente que lanzaba fuego por los poros y plata fundida por la garganta por no tenerla.
María del Trigal desarrolló a lo largo de su vida corta una condición humana excepcional, no era considerada entre los hombres ni entre las mujeres ni entre los pollos como un ser ordinario. Nadie sabía que pasaría cuando muriera y en rededor del pueblo y de toda la ciudad se hicieron rumores acerca de su muerte, así fue cómo surgió la leyenda del levantamiento de María del Trigal de Todos los Santos de Tomarra y Eustaquio: Estaba postrada en sus últimos festejos vivientes cuando llegaron todos los hombres a la habitación donde se encontraba su cama y su ropa nueva, su ropa vieja y sus joyas de la calle de Plateros que coleccionaba. Las mujeres que llegaron también se arrodillaron al igual que los varones al ver a la Señora en su esplendor, muriendo con ángeles y rocas cantando. El lugar exacto donde sucedió está sobre ti mismo. Tenía una humildad infinita y un poder en gesticular lo que sentía, sin palabra alguna. Fue cuando movió como ella sólo sabía su cabello de jade y sus ojos de petróleo que se fue a otra parte, nadie supo a dónde, pero nunca regresó.
Cuando estalló la revolución y se enamoró, comprobó que las coincidencias entre el arte público y el arte académico son eso mismo y no hay que tomarse tan en serio lo que dice el primero, ya que al ser populista, dice tantas cosas como este cuento, pero no dice nada porque si lo dijera ya me hubieran agarrado todos a palazos.

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