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Tuesday 10 May 2011

No veas tele, mejor viaja a Xibalbá

El universo
Lo que hasta ahora conocemos de la cultura maya precolombina nos da a entender que estamos ante una antigua sociedad en la que la religión, y sobre todo, la inmensa fe y devoción, dotaban de sentido a todo lo que entonces pasaba, y en la que por tanto, los dioses debían ser venerados.
De esta manera, y como de las anteriores palabras se deduce, los mayas eran politeístas, y es más, cada uno de ellos poseía diferentes atributos, por lo que, consecuentemente, un solo dios puede verse representado de varias maneras, además de tener matices positivos y negativos, no quedándose así los mayas tan sólo en la dualidad aparente de dioses de la vida y bienestar (el de la fertilidad, maíz, lluvia,…), y del sufrimiento y dolor (dioses de la guerra, de las malas cosechas,…).
Los mayas imaginaban el Universo como un cuadrilátero sobre el cual se extendían las capas de los cielos, y bajo el cual se extendían las capas de los mundos inferiores.
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Universo sólo con la simbología
Las capas de los cielos eran trece, y cada uno de esos estratos, en sus lados estaba sostenido por ceibas, el árbol sagrado de los Mayas; en el centro otra ceiba gigantesca llegaba hasta el primer cielo. Los trece cielos estaban asociados con los dioses del día, los oxlahuntiRu. Estas trece capas estaban dispuestas como seis escalones que subían desde el horizonte oriental hasta la séptima el cenit,  donde otros seis escalones bajaban al horizonte occidental. De modo semejante otros cuatro escalones bajaban desde el horizonte occidental hasta el nadir del mundo inferior, y de allí otros cuatro subían hasta el horizonte oriental. O sea que en realidad había sólo siete capas celestiales y cinco infernales. El sol seguía esta suerte de romboide escalonado en su diario viaje por el cielo y en su nocturno recorrido del mundo inferior para volver con el alba a su punto de partida.
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Tepeu y Gucumatz
El negro era el color para el inframundo o para la dirección donde se encuentra la entrada a ese reino infernal, ya que se trata de un país en tinieblas, o el amarillo para el donde habitan los muertos, porque este es el aspecto pálido que presentan los cadáveres. Partiremos del Oeste, lugar por donde vienen las energías negativas, lugar identificado con el negro, color de la materia, de la oscuridad, color del que parte el que busca la luz, siguiendo hacía el inframundo, recordando que “aquel que no renazca de nuevo no entrará en el reino de los cielos” y para renacer hay que morir, ese morir a lo material a las viejas concepciones transcurren por el amarillo, el mundo de los muertos, y siguiendo el camino del Sol, el camino del despertar vamos al encuentro del este, lugar por donde sale el Sol, por donde entra la luz y las energías positivas, hacía el color rojo, el color de la lucha, el color del despertar, el color del ser consciente, el color que es transito hacia el Cenit, hacia la espiritualidad, hacia lo que representa el color Blanco, el lugar de la divinidad.
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Kukulcán y Quetzalcóatl son referidos
como el mismo dios dependiendo la
tradición maya o azteca.
En la mitología maya, Tepeu y Kukulkan son referidos como los creadores, los fabricantes, y los antepasados. Eran dos de los primeros seres a existir y se dice que fueron tan sabios como antiguos. Huracán, o el ‘corazón del cielo’, también existió y se le da menos personificación. Él actúa más como una tormenta, de la cual él es el dios. Tepeu y Kukulkan llevan a cabo una conferencia y deciden que, para preservar su herencia, deben crear una raza de seres que puedan adorarlos. Huracán realiza el proceso de creación mientras que Tepeu y Gucumatz dirigen el proceso. La Tierra es creada, junto con los animales. El hombre es creado primero de fango pero este se deshace. Convocan a otros dioses y crean al hombre a partir de la madera, pero este no posee ninguna alma. Finalmente el hombre es creado a partir del maíz por una cantidad mayor de dioses y su trabajo es completo.
Los mayas no concebían la muerte como el final de la existencia humana. Para ellos era un paso de un mundo a otro, que estaban señalizados con ritos muy concretos.
Después de la muerte, el alma humana emprendía un viaje por las nueve esferas inferiores de Xibalbá. El primer destino del alma humana dependía de su tipo de muerte. Era preferible morir de joven que viejo y enfermo.
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Xibalbá tenía seis señores que hacían pasar pruebas a las almas, cada uno en una casa diferente, una muy interesante sería la casa del calor, que según el Popol Vuh, sólo existen llamas y brasas.
Normalmente, la gente del pueblo era enterrada, hecho que le daba tiempo al difunto para prepararse para lo que le esperaba. Habia una muerte sagrada, en la cual las mujeres embarazadas muertas en el primer parto; las personas ahogadas, suicidadas, muertas de lepra o sacrificadas y los guerreros muertos en batalla pues la calidad de vida (buena o mala) no importaba tanto como la forma de morirLos mayas celebraban numerosos ritos para preparar al difunto para que su viaje fuera más llevadero. Pasaban casi directo al cielo, sin pasar por Xibalbá.
El enterramiento y rituales tenían su significado: los muertos se sepultaban en la tierra para fertilizarla. Esto equivale a otorgar a los difuntos un tipo de poder que los vivos no tienen.
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Máscara de Pakal, nótesen sus expasiones
Los mayas consideraban que su primer deber hacia los dioses para agradecerles la creación del mundo era alimentarlos. En efecto, la vida en la tierra dependía del deseo divino, de aquellos dioses que en el pasado destruyeron varias veces la humanidad para engendrar otra nueva; los mayas dependían del buen humor de estas divinales todopoderosas y, a veces, caprichosas, por lo que había que honrarlos en todas las ocasiones.
Los sacrificios sangrientos eran necesarios para la supervivencia de los dioses y de los seres humanos. La sangre humana es una de las ofrendas más apreciadas por las divinidades. Ente estos sacrificios estaban los los autosacrificios donde se perforaban la lengua, los lóbulos, y órganos sexuales y ofreciendo la sangre recogida. La sangre se quemaba junto con papel, resinas vegetales, hule y los instrumentos mismos del autosacrificio, sacrificios de animales, los sacrificios humanos, los bailes, cantos, dramatizaciones, rezos, ayuno y la abstinencia sexual, el uso de hongos alucinógenos, bebidas fermentadas , tabaco silvestre, comidas especiales y flores psicotrópicas, ofrendas de animales, plantas, flores, estatuas, incienso, plumas, conchas, turquesa, obsidiana, jade, cobre y oro, etc.
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Ahau regresando de Xibalbá para convertirse en dios del maíz
Uno de los más importantes gobernantes del clásico tardío fue K'inich Janaab' Pakal o simplemente Pakal, durante su reinado la region de Otolum y más especificamente la capital, la ciudad de Lakam Ha o sea Palenque.
En la tuma del rey Pakal en Palenque, México, en el templo de las inscripciones que fue construido en su nombre por él mismo y terminado por su hijo.  Ahí se encuentran también más cuerpos, pero en un sólo sitio y austeramente predispuestos en la tumba,  coloreada de rojo y en los muros contanto la historia de la familia real y por supuesto de la vida y obra de Pakal el Grande.
Existe esta placa que tus mejores amigos los pseudopersonas creen que es una nave espacial y con muchas demostraciones insostenibles, simbolismos inventados demuestran que Pakal llegó con el "ave del cielo" o cosas así. En realidad es el dios Ahau, en su apoteosis viajando a través de La Gran Ceiba (árbol de la vida, unión del cielo, la Tierra y Xibalbá) para convertirse en dios del maíz y salvar a los mayas. La supuesta cruz que dicen que son controles super sofisticados, es la cruz foliada,sí esa que le salen maíces de las puntas, uno de los símobolos más representativos de la religión maya, existe otro templo dedicado a ella en Palenque.

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