Limnología

Que quede claro que antes de los tiempos tenía otro blog más verdadero que esta porquería.
Era una Gran VulgarCocainómana.
Que murió como mueren todos los sueños de los hombres, despertando en cuando llega el sol lúgubre de la ciudad.
Juré con mil espadas flamígeras que no volvería escribir. Pero la indecencia me llama.
Llámame como quieras, pero nunca te vayas de mí.
Asáltame en la infragancia de un descuido mío, pero nunca te vayas de mí.
En la muerte uno se pregunta acerca de la seguridad que los calamares presentan ante la adversidad;
-Sí, así como tambíen padres amorosos enjendran amorosos.
-Los negros fueron los causantes de la extinción de los dinosaurios.
-Tú causas que el sol salga cada día para todos, eres identidad y te amo.
Que los osos me alimenten porque estoy enfermo de leche y pelos y baile y hombre.

Engañar a las personas me causa una fascinación tal, como si fuera un nuevo-rico experimentanto todas las esencias que los amos se jactaban de usar y fabricar.

Te necesito y el hueco que haces en mí no se llena ni se enjuta porque aquí sólo hay contaminación
y hambre
y tu brillo
y tu cuerpo pequeño santo mil veces idolatrado
inmacúlame el alma
dréname el ruido de la calle y del metro
La selección natural te escogió para la divinidad y yo en mis humildes atribuciones cláustricas.
Monótomamente las calles hablan de violaciones y de hermanos que se pelean y de policías trabajando y gente lloriquenado las 56 horas del día frente a la Asamblea Legislativa que,  por cierto, me caga.
En este semestre he aprendido de la humanidad más de lo que nadie ni Dios mismo me enseñó, todo se lo debo a entidades que en esta ciudad llaman transporte público, universidad y gente.
Estas especies son infortunadamente complejas y están constituidas de barro, con agregados moleculares de caseinato de calcio.
Dios ayúdame
No hay diferencia entre la torre del caballito y mi maestra de Feyerabend
No hay diferencia entre un árbol de chapultepec y Harry el sucio
No hay diferencia entre las piedras del pedregal y tú.
Ni a tus pies me ves, ni a tu lado ni costado ni de pie ni corriendo apabullado por las olas de dolor.
Quererte es querer hecharse un clavado para abajo, eso es gatísimo.
Es ir junto a tí y morirme de ganas por abrazarte y sacarme el alma y que te la comas.
Es fingir lo infingiblemente ingenuo; hablarte de los planetas refiriendome a las estrellas.
En un rincón me quedaré y como tú existes te irás para siempre entre los árboles de Dios y Prometeo.
Entre el mar y las islas.
Sí hay una diferencia, tú mientes.